Bienvenidos a La Banda del Monored. Esta columna se dedicará a analizar, como su nombre lo indica, la filosofía y el pensamiento detrás de prender fuego la cara de la gente.

Está claro que más de uno considera a los jugadores de monored como unos monos que turno a turno levantamos la primera carta de nuestra biblioteca, la mostramos a nuestro oponente, esperando que nos extienda la mano. Una vez que esto pasa, esperamos que anuncien la siguiente ronda y repetimos el proceso. Eventualmente podemos, sin darnos cuenta, ganar un torneo.

Esto no es así. Lejos de serlo.

Algo de eso, sin embargo, es verdad. Nuestro mazo depende, quizás en mayor medida que otros arquetipos, del famoso top deck. Pero eso no significa que todo el juego esté orientado a “ver que nos sale el próximo turno”. Detrás de esa aparente monotonía de “te hago 3” se esconden una serie de decisiones muy delicadas, que deben ser tomadas en los primeros tres turnos de juego. El limitado tiempo que tenemos para tomar esas decisiones hace que un error sea fatal. En este espacio nos proponemos analizar en profundidad este estilo de juego, que tanto desespera a los amantes de las formas más elevadas. Y eso nos encanta.

Además, la cosa no termina ahí. Los adeptos del monored –los verdaderos adeptos– tenemos una forma de pensar que trasciende las fronteras del Magic. También se tratará aquí de contar anécdotas y situaciones que ilustren al monored como forma de vida.

Un pilar del juego

Como se dijo antes, jugar monored requiere técnica. Un delicado equilibrio entre prender fuego los bichos del oponente o prender fuego su cara. Esto lo descubrieron hace muchos años los pro. Ellos desarrollaron teorías sobre cómo utilizar los aspectos estratégicos del juego. Allá por la década del 90, la gente jugaba, pero no todo el mundo sabía distinguir por qué aquellos que ganaban lo hacían consistentemente. Ni siquiera los propios ganadores.

Así fue como a partir de teorizar sobre el juego, se desarrollaron lo que pasaron a ser los tres pilares fundamentales del Magic:

• Ventaja de Cartas
• Tempo
• La Filosofía del Fuego

Tal como lo define Patrick Chapin. Cada una de esas estrategias trata sobre los recursos con los que contamos durante el juego. Sin profundizar demasiado y haciendo una simplificación brutal, la Ventaja de Cartas se trata de utilizar las cartas en mano y en juego como recurso, si aumentamos nuestra cantidad de cartas disponibles mientras agotamos las de nuestro oponente ganaremos. El Tempo utiliza como recurso las acciones que se pueden hacer en cada una de las fases, por lo que si logramos tener cada vez más jugadas, opciones y decisiones mientras nuestro oponente se encuentra cada vez más restringido, eventualmente ganamos.

Eso nos lleva a nuestra estrategia fundamental: la Filosofía del Fuego utiliza las vidas como recurso. Se trata específicamente de reducir las vidas de nuestro oponente a 0 lo más rápido posible. Se ubica en el extremo opuesto de la Ventaja de Cartas. Mientras que un jugador estaría más que contento de intercambiar vidas para obtener más cartas que le ayuden a constituir un dominio sobre la mesa, otro estaría más que contento en “perder” una carta para quitarle vidas a su oponente. De esto se trata la Filosofía del Fuego. Traducir nuestras cartas en la mano en pérdida de vida[1].

Más adelante seguiremos desarrollando este concepto y aplicándolo a los diferentes formatos y arquetipos.

– Juan “el Capitán Estruga” Estrugamou

[1] Adrian Sullivan, Mike Flores, Zvi Mowshowitz y Patrick Chapin (entre otros) desarrollaron este principio aplicable no sólo a vidas, sino también a contadores de veneno, cartas en la biblioteca y cualquier otro recurso con el que empecemos el juego y no obtengamos más a menos que invirtamos cartas en hacerlo. Chapin incluso ha llegado a plantear modificar su nombre para hacerlo más amplio. Por razones obvias, aquí hablaremos de él en tanto vidas del oponente, y lo aplicaremos al arquetipo del monored y sus derivados.

Dejanos tu comentario o te comes 3 a la cara

Descripción del autor

Juan Manuel Estrugamou

Oriundo de Mar del Plata. Jugador casual desde los 90 y competitivo desde 2010. Coleccionista de goblins foil. Recientemente semifinalista del Nacional Argetino 2018 y voy por más.